La reapertura de comercios y ciertos servicios, que se da con el avance de las fases de la cuarentena inteligente, constituye una señal de aliento económico tras los casi tres meses de confinamiento que sufrió la población paraguaya para contener la expansión del coronavirus Covid-19 en el país. Sin embargo, este mayor movimiento en las calles no logra mejorar las proyecciones respecto a la variación que tendrá el producto interno bruto (PIB) al cierre del corriente año.
Recientemente el grupo Basanomics ratificó su estimación de contracción de -3% a -3,5% de la economía paraguaya para el 2020 y se mantiene como la entidad con el pronóstico más desalentador, entre otras firmas privadas y organismos multilaterales. La justificación del pesimismo que persiste alrededor de las expectativas económicas radica en que no se espera un ritmo de demanda de productos y servicios que acompañe a los esfuerzos del mercado por reactivar la oferta.
Esto significa que aun al disponer de más opciones para salir de compras y/o comer fuera, las familias seguirán limitando su consumo debido al temor al contagio, sumado a la incertidumbre respecto al futuro laboral y su impacto en una preferencia por ahorrar.
“El parón económico se ha traducido en una severa retracción del consumo. El confinamiento sanitario ha reforzado el papel de los hogares en la vida de las personas al obligarles a desarrollar en los mismos más actividades (como las laborales y educativas); esto tiene consecuencias sobre el gasto en consumo de las familias, afectando no solo a su nivel sino igualmente a su composición”, explicó Basanomics, en su último informe.
“Adicionalmente, la incertidumbre sobre las perspectivas de empleo e ingresos genera que el consumo sea menor y que los ahorros preventivos sean más altos de lo que eran antes de la crisis. Por todo ello, los datos de marzo y abril reflejan una caída brusca (aunque esperada) del consumo luego del establecimiento de la cuarentena sanitaria”, agrega el grupo integrado por el ex presidente del Banco Central del Paraguay (BCP), Carlos Fernández Valdovinos, y el ex ministro de Hacienda, Santiago Peña.
El año entrante. El economista jefe del BCP, Miguel Mora, considera que la flexibilización de la cuarentena ejercerá sus efectos recién en la recuperación económica del 2021, siempre y cuando se pueda convencer a la población de que los riesgos de contagio se encuentren bajo control y de que podrán ser atendidos en la red sanitaria, en caso de padecer la enfermedad.
“Por las características de este virus, entendemos que probablemente por más que algunos sectores puedan ya iniciar sus operaciones, va a haber una oferta, pero probablemente la demanda tarde un poco en llegar debido a temores que aún la población siente respecto al grado de contagio y las consecuencias de esta enfermedad”, explicó Mora.
Desalentadores ajustes a la baja
Tras la publicación de la proyección de caída de 2,5% del PIB para el 2020, realizada por el BCP a fines de abril pasado, algunas entidades que ya corrigieron sus respectivos pronósticos fueron el Banco Mundial (de -1,2% a -2,8%) y el Banco Itaú (de -0,9% a -2,6%). Antes del estallido de la pandemia, se esperaba que la economía paraguaya se expandiera en alrededor de 4% en el 2020, luego del estancamiento que sufrió en el 2019 como resultado del fenómeno conocido como la “tormenta perfecta”.